Por Celia Medina. Profesora Adjunta en Filosofía de la Ciencia y Epistemología, Faculta de Filosofía y Letras de la UNT. Dirije un proyecto de investigación en prácticas científico tecnológicas en el marco de un programa interdisciplinario con físicos.
Las preguntas y las disciplinas
Hace más de 2000 años nacía la filosofía y, con ella la física teórica, que, a medida que avanzaba en su conocimiento del mundo pasó a llamarse “Filosofía natural”, con rasgos más propios de la ciencia que de la filosofía.
Quizá lo que más distingue la filosofía de las ciencias es que, a diferencia de ellas, no pretende ser verdadera, no pretende hacer predicciones exitosas ni que sus teorías sean confirmadas empíricamente. Sólo pretende responder racionalmente a preguntas sagaces y profundas.
Quizá las preguntas filosóficas más disparatadas y profundas son ¿cuál es el origen de todo?, ¿por qué el ser y no mas bien la nada?, dicho en términos menos filosóficos es ¿por qué diantres existe todo?
Por un lado, la teoría del Big Bang respondió sobre el origen y, por otro, si se encontrara el bosón de Higgs, su existencia podría ser la respuesta al por qué el ser y no la nada.
La confirmación del Big Bang se dio indirectamente hacia mediados del siglo XX con la radiación de fondo de microondas, pero el momento mismo del Big Bang y los primeros minutos del universo son inobservables, pues la propia teoría postula que durante esos momentos el universo era opaco y la luz no podía viajar, por lo cual, aunque poseyéramos instrumentos poderosos para observar no podríamos hacerlo.
Así, el origen propiamente dicho, es lo que filósofos llamamos un “inobservable”—no sólo por teórico—. A esto se suma que dicho origen es lo que los físicos llaman una “singularidad”, curiosa palabra que no expresa que la cosa llamada así sea completamente única, aunque en el caso del universo pareciera que sí, porque sólo hay uno (hasta ahora). “Singularidad” expresa más bien un tipo de fenómeno que no respeta las leyes de la física —que son universales porque se cumplen en todo lugar y en todo momento—.
Hawking, el físico y la filosofía
Hawking dedicó una parte importante de su vida a estudiar las “singularidades” y, en los años 70, junto a Roger Penrose, elaboró una serie de teoremas matemáticos en los que muestra que las singularidades son una característica de la teoría general de la relatividad de Einstein y que, por lo tanto, serían más abundantes de lo que su singular nombre podría llevarnos a pensar.
Sobre las singularidades que son los agujeros negros, Hawking planteó que no son tan negros, porque emitirían una radiación térmica (radiación de Hawking) y se evaporarían hasta desaparecer. Hipótesis que aún no pudo ser confirmada.
Hawking, como físico, se caracterizó por proponer hipótesis controversiales, desafiantes y sumamente especulativas. Aunque matemáticamente son posibles, ninguna de estas hipótesis tuvo confirmación empírica aún, y, probablemente excepto la de la emisión de radiación de los agujeros negros, no tengan posibilidad de contrastación empírica. Así, las especulaciones de Hawking, aunque basadas en las teorías actuales de la física y en sus matemáticas, parecerían estar más cerca de la filosofía que de la física. Por ejemplo, su modelo topológico del Big Bang, que reemplaza la singularidad inicial por un universo sin fronteras (no se puede ir más al norte si se está en el Polo Norte), o su propuesta de 2006 que no hubo un estado inicial y que, por tanto, tratar de entender el universo actual en base a la comprensión de un estado inicial es incorrecto.
Las respuestas según Hawking
Por otra parte, su posición epistemológica, oscila entre convencionalismo instrumentalista y un realismo dependiente del modelo, según cómo definamos el realismo; porque para Hawking la física no habla sobre el universo sino sobre los modelos (generalmente matemáticos) que hacemos del mismo, y luego vemos si concuerdan con las observaciones. En caso de que dos modelos concuerden con las observaciones carece de sentido preguntar cuál es más realista o más real, más bien elegimos el más conveniente, más elegante y con predicciones que puedan ser contrastadas. Los modelos de Hawking cumplen bien los requisitos de elegancia y concordancia con las observaciones, sin embargo, no tanto con las predicciones que puedan tener contrastación empírica.
Esto no es sólo propio de las hipótesis de Hawking sino, en general, de las teorías cosmológicas actuales pues van mucho más allá de lo que las observaciones y experimentos puedan probar.
El reto de Hawking a la filosofía
Otra afirmación desafiante de este gran físico y pensador es que la filosofía ha muerto, según él porque la ciencia es “la portadora de la antorcha del descubrimiento en de nuestra búsqueda de conocimientos”. Nadie discute que sea la ciencia la que lleva la delantera en los descubrimientos, pero que la filosofía haya muerto no se sigue de ello. Justamente, los increíbles descubrimientos de la ciencia plantean nuevas preguntas filosóficas que, probablemente, sea la ciencia la que deba responder.
Pero estas preguntas implican que la filosofía ha de estar al día con los descubrimientos científicos, ha de intentar comprender incluso la ciencia más alejada de la vida cotidiana y menos intuitiva. Lo cual implica un reto del que los filósofos hemos de hacernos cargo.
Por ejemplo, las singularidades y los agujeros negros plantean la cuestión del sentido de las singularidades: ¿son caminos incompletos, una patología de la curvatura del espacio tiempo u otra de las variantes propuestas? ¿son los agujeros negros y las singularidades entidades constituyentes del universo o sólo descripciones inadecuadas que serán comprendidas por una nueva teoría?
Si las en las singularidades se quiebran las leyes de la física, ¿Dónde y hasta qué punto son estas leyes confiables? ¿Necesitamos nuevas teorías con nuevas leyes? Por otra parte, si las leyes son universales estrictas, entonces tienen infinitos casos. Pero cómo se aplica esto a las cuestiones cosmológicas en las que sólo hay un caso porque sólo hay un universo y, si hubiera otros, serían imposibles de comprobar porque no podemos salir de este. ¿Qué sería una buena explicación del origen del universo? Los diversos modelos, entre ellos el topológico de Hawking, no tienen modo de ser probados y, algunos requieren teorías físicas que no son mas que un deseo. De todos modos, incluso si encontráramos el bosón de Higgs, podríamos tener una respuesta de porqué hay materia y no antimateria, pero aún quedaría la pregunta de ¿por qué el ser y no la nada?
Estas son algunas de las preguntas filosóficas que ha planteado la física actual de la cual Hawking es uno de sus mayores constructores. Su muerte significa una pérdida insondable no sólo para la física sino incluso en su polémica relación con la filosofía, porque se pierde no sólo un gran científico sino un gran desafío filosófico.